A este domingo cuarto de cuaresma se le llama “laetare”, que
significarse alegrarse, y por eso, en plena Cuaresma, se le conoce como
el Domingo de la Alegría. La liturgia permite el uso de flores en el
altar y el acompañamiento de música instrumental que, en Cuaresma, no
se utilizan. Es posible, también, usar ornamentos y casulla rosa,
aunque esta posibilidad está casi en claro abandono. Pero marca la
diferencia de este domingo con los del resto de la Cuaresma. Es también
el Domingo de la Luz, cosa importante en estos tiempos de tanta
penumbra o de generalizadas tinieblas. Jesús cura al ciego de nacimiento
y le da luz para sus ojos. Todos hemos de esperar que Jesús de Nazaret
nos abra los ojos y nos muestre su camino de luz y amor. Necesitamos
su luz, hoy más nunca.
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